Vivimos
en un mundo libre y, se supone, que tenemos la libertad de elegir lo
que queremos pensar, ser o hacer, es decir, todos poseemos nuestra
libertad interior la cual decidimos qué hacer con ella. La realidad
es que vivimos en un mundo muy condicionado influenciado por los
medios y por la gente. Tendemos a hacer o creer lo mismo que lo que
cree otra gente.
Parece
como si no nos gustara usar nuestras mentes, solo seguimos al líder.
Los “famosos” están vendiendo lo que ellos piensan, utilizando
los productos que a ellos les gustan y nosotros solo estamos
siguiéndolos. Libertad, no es ya la misma palabra; su significado
está cambiando.
Entendemos
por libertad a la capacidad que tiene el ser humano de poder obrar
según su propia voluntad, a lo largo de su vida. Siendo responsable
de sus actos. Pero, a día de hoy, la gente ya no obra según su
propia voluntad, simplemente, simpatiza con alguien y a partir de
entonces le sigue y le empiezan a gustar todas sus opiniones y se
deja influenciar por ellas, algunas veces, simplemente porque las
piensa la otra persona y por eso le gusta a él también.
Cada
vez el ser humano se va convirtiendo en un ser más heterónomo,
dependiente de otras personas para formarse a sí mismo.
Yo
pienso que cada uno debemos ir cogiendo lo que más nos gusta de cada
persona que vamos conociendo, quedarnos con lo bueno y desechar lo
malo, pero también pienso que es necesario, de vez en cuando, pensar
algo por nosotros mismos, ir forjando nuestra forma de ser y nuestro
carácter dependiendo de lo que nosotros pensamos por lo que vamos
comprobando a lo largo del tiempo, pero nunca debemos tener un
pensamiento acerca de algo simplemente porque otra persona lo tenga.
El pensamiento de otra persona nos puede gustar, pero debemos
interiorizarlo, hacerlo propio, reflexionar sobre ello.
Las
personas que saben cómo pensar por sí mismas son realmente libres e
independientes, son personas autónomas que no necesitan a nadie para
crear su forma de ser y su pensamiento. Son las personas que
demuestran una completa madurez, una buena personalidad y de las que
al final más se puede aprender.
Yo
soy libre para pensar, hablar y actuar por mí mismo y tengo la
libertad de equivocarme y aprender de ello.

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